Tragedia de los Andes: 10 datos que aún estremecen más de medio siglo después
Así fue el infierno que vivieron los 16 que lograron sobrevivir 72 días en la cordillera
Penélope O Álvarez | Mallorca, 31 de Marzo de 2025 | 12:11h

El 13 de octubre de 1972, el vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya se estrelló en plena cordillera de los Andes, durante un trayecto desde Montevideo hacia Santiago de Chile. A bordo iban 45 personas, entre ellas un equipo de rugby juvenil, familiares y amigos. El lugar del impacto se ubicaba a unos 3.600 metros de altitud, en un entorno helado, aislado y mortal. El accidente dio origen a una de las historias de supervivencia más estremecedoras y comentadas del siglo XX.
Tras varios días sin rastro del avión, las autoridades suspendieron oficialmente la búsqueda el 21 de octubre. Pero los supervivientes seguían vivos, atrapados entre montañas, nieve y silencio. Permanecieron allí 72 días, soportando temperaturas de hasta -30 °C, sin abrigo ni comida, y enfrentando decisiones límite que aún hoy conmueven al mundo. Esta tragedia ha vuelto a ser tema de conversación debido al fallecimiento de Álvaro Mangino Schmid, uno de los 16 uruguayos que sobrevivieron al trágico accidente.
Estos son algunos de los datos más impactantes, curiosos y reveladores de aquel infierno blanco:
1. El accidente no mató a todos de inmediato
Aunque el avión se partió en tres al estrellarse contra la montaña, 33 de los 45 pasajeros sobrevivieron al impacto inicial. Sin embargo, varios murieron en los días siguientes por sus heridas, infecciones, o debido a las temperaturas extremas. La tragedia se agravó el 29 de octubre, cuando una avalancha nocturna sepultó el fuselaje donde dormían. Ocho personas murieron asfixiadas bajo la nieve. Los sobrevivientes restantes tuvieron que cavar durante horas con las manos desnudas para salir de los escombros y del hielo.
2. La difícil decisión del canibalismo
Sin vegetación, sin animales, y habiendo agotado los restos de comida del avión, los supervivientes enfrentaron una elección extrema: morir de hambre o alimentarse de los cuerpos de sus amigos fallecidos. La decisión no se tomó a la ligera. Algunos se negaron inicialmente, otros rezaron o pidieron permiso espiritual a sus compañeros muertos. Finalmente, recurrieron al canibalismo como única vía de supervivencia. Años más tarde, contaron que hicieron un pacto de entrega mutua: “Si muero, quiero que uses mi cuerpo para vivir”.
3. Dos jóvenes caminaron durante 10 días por los Andes para buscar ayuda
Fernando Parrado y Roberto Canessa fueron los protagonistas de una caminata heroica: recorrieron a pie más de 60 km por la cordillera sin mapa, sin ropa adecuada y con apenas unas barritas de carne humana como provisión. Caminaban de día y dormían a la intemperie, bajo temperaturas gélidas. Parrado tenía el cráneo fracturado y costillas rotas; se sujetó el torso con un cinturón para poder seguir. Al final, hallaron a Sergio Catalán, un arriero chileno analfabeto que les lanzó pan y les permitió enviar un mensaje escrito. Fue el principio del rescate.
4. El avión pasó por encima del lugar donde debía aterrizar
El accidente no fue solo meteorológico, sino también humano. El copiloto creyó que ya habían cruzado los Andes y comenzó el descenso prematuramente. Pero aún estaban sobre la cordillera. Esa mala interpretación, sumada a la escasa visibilidad, provocó que el avión se estrellara contra una ladera. Iban volando demasiado bajo y demasiado pronto.
5. Escucharon por radio que los habían dado por muertos
Con mucho ingenio, lograron hacer funcionar una pequeña radio portátil rescatada de los restos. Fue así como, el 21 de octubre, escucharon la noticia de que las autoridades habían cancelado las operaciones de búsqueda. Ese golpe emocional los devastó, pero también fue el catalizador que los impulsó a decidir: “Nadie vendrá por nosotros. Debemos salvarnos solos.”
6. Algunos dejaron cartas de despedida en caso de morir
Consciente de que quizá no sobrevivirían, varios de los muchachos escribieron cartas de despedida a sus familias. Las redactaban en pedazos de papel que encontraban entre el equipaje. En esas notas había palabras de amor, perdón y esperanza. Muchas de esas cartas se conservan hoy y han sido publicadas como documentos conmovedores de humanidad.
7. Parrado y Canessa fueron ayudados por un arriero analfabeto
El hombre que salvó la historia fue Sergio Catalán, un campesino chileno que pastoreaba cabras cerca del río Azufre. No sabía leer ni escribir, pero reconoció el peligro de la situación. Les lanzó comida y papel, y ellos escribieron: “Vengo de un avión que cayó en las montañas. Hay 14 personas heridas. Necesitamos ayuda. No podemos caminar”. Catalán recorrió varios kilómetros a caballo para avisar a los carabineros. Nunca quiso fama ni dinero por lo que hizo.
8. Parrado enterró a su madre y hermana en la nieve
Al despertar tras tres días inconsciente, Nando Parrado supo que su madre había muerto en el impacto y que su hermana Susana estaba gravemente herida. Murió a los pocos días. Fue él mismo quien las enterró con sus propias manos bajo la nieve. Su historia es de las más duras, pero también una de las más admiradas, porque a pesar de esa pérdida fue quien lideró la expedición que trajo el rescate.
9. Los cuerpos fueron incinerados tras el rescate
Tras el rescate, y de acuerdo con las familias, los restos de los fallecidos fueron incinerados en el lugar para evitar saqueos, profanaciones o turismo morboso. Se hizo una ceremonia íntima y se colocó una cruz blanca como memorial. Aún hoy, es un lugar de peregrinación y respeto.
10. Perdieron entre 20 y 30 kilos cada uno
Los médicos quedaron impactados al ver el estado físico de los 16 sobrevivientes. La mayoría había perdido entre 20 y 30 kilos, tenían signos de desnutrición severa, pero conservaban la lucidez. Algunos apenas pesaban 38 kilos. Su resistencia física fue clave, pero también la fortaleza psicológica, la solidaridad grupal y la esperanza.