Torrijas en Semana Santa: historia, tradición y nuevas versiones del postre más popular de España
Las torrijas de Semana Santa han sabido mantener su esencia, al tiempo que se adaptan a los gustos y técnicas actuales
Alicia Romero | Mallorca, 17 de Abril de 2025 | 19:04h

En Semana Santa, España se transforma: calles repletas de procesiones, aroma a incienso… y escaparates de pastelerías llenos de torrijas. Este dulce clásico, nacido del aprovechamiento del pan sobrante, es ya un símbolo de la gastronomía nacional y de la repostería típica de estas fechas.
La torrija es mucho más que un simple postre: combina tradición religiosa, herencia familiar y creatividad culinaria. Aunque no se conoce su origen exacto, ya aparece en recetarios del siglo XV, y durante siglos se ha vinculado a los conventos y a las cocinas humildes, donde se convertía el pan duro en una delicia reconfortante con solo leche, azúcar y canela.
UN CLÁSICO DE CUARESMA QUE SE REINVENTA CADA AÑO
Durante la Cuaresma, cuando los ayunos limitaban las comidas copiosas, las torrijas se convirtieron en una dulce excepción permitida. Hoy, siguen siendo uno de los dulces más consumidos en Semana Santa en toda España. Solo en Madrid, según Asempas (Asociación de Empresarios de Pastelería Artesana), se venden más de siete millones de unidades cada temporada.
Para Eduardo Casquero, presidente de la Asociación de Cocineros y Reposteros de Madrid (ACYRE), "la torrija es un imprescindible. En Madrid, incluso muchos restaurantes la ofrecen todo el año".
Pastelerías como Formentor, con más de 70 años de historia y raíces mallorquinas, elaboran torrijas exclusivamente en campaña, como explica Ane Forteza, nieta del fundador: "Esperamos a que el cliente las pida. Es parte de nuestra manera de respetar la tradición y el valor de lo artesanal".
David Cristóbal, maestro pastelero del obrador, detalla la elaboración: pan tipo brioche casero, enriquecido con mantequilla y miel de Madrid, infusionado con leche, canela y cítricos, frito en aceite de girasol y espolvoreado con azúcar y canela. El toque especial: naranja confitada hecha a mano.
En el restaurante Latasia, del chef Sergio Hernández, la torrija ha sido galardonada como la mejor tradicional de Madrid. Su receta incluye brioche artesanal que se empapa durante 24 horas, se carameliza con mantequilla y azúcar y se sirve jugosa por dentro, crujiente por fuera. Aunque nació como un postre de temporada, su éxito ha hecho que esté disponible todo el año.
TORRIJAS CON SABOR A INNOVACIÓN
Las versiones creativas de la torrija no dejan de ganar adeptos. En Formentor también preparan variedades como la de chocolate, crema pastelera tostada, merengue con limón o una versión inspirada en la tarta de queso. “La receta clásica sigue siendo la más pedida, pero muchos se animan a probar algo nuevo”, dice Forteza.
En la pastelería Nude Cake, dirigida por Paula Beer, apuestan por la innovación total: torrijas de tiramisú, arroz con leche, cebolla caramelizada con queso de cabra y, su última creación, la “bomba de caramelo de violeta”, que ganó el premio a la mejor torrija innovadora en el concurso de ACYRE. “Queríamos hacer algo muy madrileño, con sabor potente pero delicado. Y al hornearla, conseguimos un sabor más limpio y menos graso”, explica Beer.
POSTRES SIMILARES ALREDEDOR DEL MUNDO
Aunque las torrijas son muy españolas, su concepto no es único. En Francia triunfa el pain perdu o tostada francesa; en Alemania, el Armer Ritter (“caballero pobre”) cumple la misma función. En América Latina también hay versiones como la capirotada en México o las tostadas dulces de Venezuela.
“El turista se queda fascinado con la torrija”, asegura Casquero. “Es algo muy nuestro, diferente a lo que conocen y una puerta directa a nuestra cultura”. El chef Hernández lo confirma: “Muchos extranjeros las descubren por redes sociales, y cuando las prueban, se enamoran”.
Desde los conventos hasta las cartas de los mejores restaurantes, las torrijas de Semana Santa han sabido mantener su esencia, al tiempo que se adaptan a los gustos y técnicas actuales. Ya sea en su versión más tradicional o en formas reinventadas, siguen siendo uno de los postres más queridos de la cocina española.