La clave para elegir el tomate frito más saludable en el supermercado
Esto es lo que marca la diferencia entre un buen producto y uno ultraprocesado
Alicia Romero | Mallorca, 31 de Marzo de 2025 | 15:31h

Elegir un tomate frito saludable en el supermercado puede parecer una tarea sencilla, pero no todos los productos que encontramos en los estantes son iguales. Algunos esconden ingredientes poco recomendables que pueden afectar nuestra salud si los consumimos con frecuencia. Para no caer en la trampa del marketing, conviene saber exactamente en qué fijarse.
INGREDIENTES SIMPLES Y TRANSPARENTES
El primer aspecto clave es la lista de ingredientes. Cuanto más corta, mejor. Un tomate frito saludable debe contener principalmente tomate, aceite de oliva y sal. Es habitual encontrar versiones con ajo o cebolla, también aceptables, pero si el envase enumera jarabe de glucosa, almidones modificados, conservantes o potenciadores del sabor como el glutamato monosódico, es preferible dejarlo en la estantería. Cuantos más aditivos, más se aleja el producto de lo que debería ser un alimento básico y casero.
ACEITE DE CALIDAD: CLAVE EN LA ELECCIÓN
Uno de los ingredientes más determinantes es el aceite. Lo ideal es que sea aceite de oliva virgen extra. Sin embargo, muchas marcas optan por aceites de girasol refinados o grasas vegetales de menor calidad. Un buen aceite no solo mejora el sabor, sino que aporta beneficios para la salud cardiovascular y posee mayor resistencia a la oxidación durante la cocción.
AZÚCAR AÑADIDO: EL ENEMIGO INVISIBLE
Otro aspecto a vigilar es el contenido de azúcar añadido. Algunos fabricantes lo incorporan para suavizar la acidez natural del tomate. Sin embargo, el consumo excesivo de azúcar está relacionado con problemas metabólicos, sobrepeso y caries. Lo recomendable es que el tomate frito contenga menos de 5 gramos de azúcar por cada 100 gramos. Si lleva más, probablemente no lo necesites.
CUIDADO CON LA SAL
La sal es otro ingrediente que suele estar en niveles elevados en muchos tomates fritos comerciales. Según las recomendaciones sanitarias, no debería superar los 1,2 gramos por cada 100 gramos de producto. Si sobrepasa esa cantidad, podrías estar añadiendo más sodio del deseado a tu dieta diaria sin darte cuenta.
MÁS TOMATE, MEJOR PRODUCTO
Por último, es fundamental fijarse en el porcentaje de tomate. Algunos productos contienen agua u otros rellenos que reducen la proporción de tomate real. Elige siempre los que indiquen más del 90 % de tomate. Una cifra inferior puede indicar que estás pagando más por menos.
LA MEJOR OPCIÓN: HACERLO EN CASA
Aunque hay opciones buenas en el mercado, la forma más saludable de consumir tomate frito sigue siendo la más tradicional: prepararlo en casa. Con tomates maduros, aceite de oliva virgen extra y un toque de cebolla o ajo, puedes tener una salsa casera, sabrosa y libre de aditivos.
En definitiva, la próxima vez que vayas al supermercado, lleva contigo una “lupa mental”: ingredientes naturales, sin azúcar añadido, buen aceite y mucho tomate. Tu paladar y tu salud te lo agradecerán.